Sin dudas, la albirroja escribió una gran página en su historia y nada ni nadie podrán borrar lo que con sudor y lágrimas los leones guaraníes que viajaron a Sudáfrica dejaron para siempre en cada corazón paraguayo. No pudieron las burlas de los extranjeros, las bajezas de muchos no lograron manchar el honor de una raza que quería llegar y que llegó lejos.
A millones de paraguayos nos duele hoy la eliminación y la sentimos en lo más profundo de nuestros corazones porque sabemos que nuestra selección es grande, fue grande y será siempre motivo de orgullo. con lágrimas en los ojos vimos caer a los nuestros cuando el marcador final se congeló, pero esas mismas lágrimas con las que ahora escribo, impidieron ver mas allá de lo que sucedía, buscando un culpable, alguien en quien descargar el dolor.
Todos de pie, señores porque no estamos muertos. No perdimos nada, la suerte giró a favor del rival y contra eso no se puede hacer nada, todo está hecho, los jugadores y el cuerpo técnico hicieron más de lo que se podía, pero recuerden, señores que en un partido juega el rival y también los árbitros.
Nosotros inconsolables. Más inconsolable Oscar Tacuara Cardozo, quien, por cosas del fútbol no convirtió el penal en el tiempo reglamentario del partido. Ya me imagino las redes sociales cargadas de frases ofensivas contra el grande que firmo aquella escrita el martes 29 ante Japón. Se lo mal agradecidos que podemos ser los aficionados cuando nos toca la rabia y la derrota.
Si. Tacuara Cardozo no convirtió el penal, pero… le culpamos tan solo porque es el más visible de los errores, errores que pueden ser cometidos por grandes estrellas. Sin embargo si pensamos, que hubiera pasado si CARDOZO metía ese penal? El Tacuara es culpable. De la misma manera podemos plantearnos un “que hubiera pasado si Roque marcaba sobre el final? ¿Qué sería de nosotros si el gol de Haedo era válido? ¿Qué hubiera sucedido si Alcaraz alcanzaba el tiro libre de Morel? Tendríamos entonces más de un responsable.
No seamos injustos, albirrojos, este pueblo merece celebrar que nuestro nombre está en alto. Merecemos gritar orgullosos que hemos quedado en una posición admirable gracias a todos los que trabajaron en esta selección. Demos a cada uno lo que merece, y aprendamos a ser agradecidos porque supimos llegar alto, arriba, lejos con todas las adversidades que nos tocaron vivir. Sintámonos felices de haber llegado hasta los cuartos de final, cuando el 25 de enero de este mismo año pensamos que el Mundial sería un fracaso por lo que le sucedió a Salvador.
Rescatemos ahora y siempre que todos los jugadores, dirigentes y cuerpo técnico de esta selección han tenido que renacer de las cenizas y volcar sobre sus espaldas la responsabilidad de cumplir con lo que el Mariscal Cabañas pidió: PARAGUAY QUERÍA MAS!
La carne del asado y la mandioca que se compraron, que vayan al fuego porque Paraguay es grande! y no se pierde el honor por haber malogrado un penal o por haber perdido con un gol de “pueda suerte”, con un gol “de carambola”. Salgamos victoriosos de este torneo jugado por cada uno de nosotros, por cada corazón que palpitó.
No por esto dejaremos de cantar el himno nacional, no por habernos eliminado la albirroja vale menos. Con más razón pongámonos firmes y aceptemos que aquellos que dieron todo en la cancha, los que fueron al mundial y no jugaron, así como Salvador Cabañas y los que alentamos desde acá tenemos el mismo peso que Tacuara y los 23 convocados: llevar cada día más alto el nombre de nuestro país.
¡Salud Albirroja Y gracias por tanta alegría!
Como ya sabemos, el querido 
